Es la dura vida diaria del dictador: firmar documentos, posar para cuadros y bustos oficiales unos segundos, verificar las pruebas de uniformes antibalas o de paracaidas ultra compactos... y de vez en cuando tomar un pequeño descanso para tocar el piano, quizás algo de Wagner y decir aquella frase de Woody Allen en Misterioso asesinato en Manhattan, "I can’t listen to that much Wagner, you know… I’m starting to get the urge to conquer Poland."
Pues no, habría sido gracioso que tocara algo de Wagner, pero en este fotograma Adenoid Hynkel, lider supremo de Tomania, tocaba al piano unos arpegios y algo que me recuerda a la cadencia andaluza o a la Suite Iberia de Albeniz. Sin embargo, en esta sátira de Chaplin si que suena Wagner, más tarde en la famosa escena del baile con el globo terráqueo, dónde podemos escuchar de fondo el preludio del primer acto de Lohengrin, la ópera favorita del dictador referenciado.
Chaplin estrenó El gran dictador en 1940 y empezó a rodarla poco después del estallido de la Segunda Guerra Mundial, lo que sitúa la importancia de esta cinta en el contexto de su época y lo convierte como poco en un acto valiente y comprometido. Fué su primera película sonora con diálogos y como ya vimos en otro artículo de esta serie, Chaplin era también músico aficionado y compusó y seleccionó la banda sonora de esta película junto a Meredith Willson que es el único acreditado bajo el epígrafe "Musical direction". En la banda sonora se recurre a varias piezas de música clásica como en la famosa escena del afeitado al ritmo de la Danza hungara nº 5 en Sol menor de Brahms.
Y llegamos al asunto curioso-musical de esta película. La escena del baile con la bola del mundo y la escena del afeitado del barbero en el gueto judío van seguidas en el montaje y lo curioso es que la música elegida por casualidad o no, contrasta de forma histórica y cultural.
Johannes Brahms era uno de los representantes de la escuela romántica más conservadora de Berlin y Leipzig, heredera de Hayden y Beethoven. Sus antagonistas en la guerra de los románticos eran los llamados radicales de Weimar, en cuyas filas se incluía a Liszt y a Richard Wagner entre otros. En este artículo se explica con profundidad las implicaciones históricas de este conflicto musical, mucho mejor de lo que yo lo pueda hacer. En cualquier caso, quiero destacar estos subtextos que podemos encontrar en muchos puntos de la película y que espero que animen a quien no ha visto esta película a verla o a revisarla.
Para acabar voy a citar al propio Chaplin que en su autobiografía decía lo siguiente sobre la película:
Had I known the actual horrors of the German concentration camps, I could not have made “The Great Dictator;” I could not have made fun of the homicidal insanity of the Nazis.
Quizás esta película no habría sido rodada si no hubiera sido muy al principio del conflicto bélico, como ocurrió. Revisitarla hoy sigue siendo una mezcla de diversión por los ingeniosos gags, y reflexión, que hace que merezca mucho la pena ver cosas en blanco y negro (lo digo por las nuevas generaciones de millenials, Z y lo que haya detrás).
Y creo que esto es todo lo que se me ocurre contar sobre este fotograma. La cinta estuvo nominada al Oscar a mejor película entre otros, pero ese año tenía Rebecca de Alfred Hitchcock por delante, que no sé si tiene piano. Tendré que volver a verla.
La película: The great dictator (1940)
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