Llevo como dos meses sin escribir por aquí, sumergido en el trabajo y una mudanza. Conseguir una hipoteca es un laberinto y mudarte cuando has acumulado cosas durante años, un ejercicio de planificación y paciencia.

En cualquier caso, he seguido tocando el piano y he empezado una pieza de Ravel muy curiosa, y me ha parecido una buena excusa para volver a escribir, mientras sigo con la mudanza.

À la manière de Borondine es un vals que homenagea al compositor ruso Aleksandr Borodin, y se puede afrontar en un mes si eres un poco constante. Me doy cuenta de que últimamente solo elijo valses para el piano. Algunos un poco raros como el anterior de Ligeti.

La historia de la pieza tiene relación con Alfredo Casella, compositor y pianista italiano que era amigo de Ravel. En 1911, Casella publicó un grupo de seis pastiches y planeó un segundo volumen en el que invitó a Ravel a colaborar. Un pastiche es una técnica artística que imita de forma explicita una o varias obras  para crear algo diferente. El concepto me encanta, es como una forma de robar autorizada en el sentido de lo que cuenta el libro Steal like an artist.

En cualquier caso Ravel eligió para su colaboración dos de sus compositores favoritos: Borodin y Chabrier. En el caso de Chabrier era incluso un pastiche de un pastiche de Chabrier sobre una obra de Siebel, el aria ‘Faites-lui mes aveux’ de Gounod’s Faust... lo cual refuerza la idea de que todo es una copia organizada de nuestras influencias que a su vez están sustentadas sobre las referencias de nuestras referencias.

Volviendo a la pieza homenaje a Borodin, para entender las referencias en la pieza hay escuchar  Serenade de Petite suite de Borodin y el scherzo del segundo cuarteto de cuerdas de Borodin.

Y es cierto que hay ecos en la pieza de Ravel en el tema principal y en el ritmo de Serenade, pero hay que buscar. No es obvio.

La pieza me está resultando muy interesante porque es sencilla y sin embargo con los recursos que tiene genera armonías que van cambiando durante la pieza y que la hacen bastante sorprendente. Quizás es cierto lo que se dice de Ravel, que no era un pianista especialmente virtuoso, acusándosele incluso de tocar peor que Brahms en sus últimos años durante una gira que hizó en 1829 por Estados Unidos. Quizás suplía estas limitaciones con ingenio y ese esfuerzo por no repetirse que también marcó su carrera.

Una de las cosas que más disfruto en el submundo del piano, es elegir una pieza nueva e irla explorando. Creo que hay dos cosas aquí, descubrir al autor y el ingenio detrás de lo que suena y por otro lado, el viaje de aprender a tocar la pieza que al final será olvidada. Hay piezas que ya no sé tocar, y me da pereza retomarlas, pero recuerdo perfectamente los descubrimientos y particularidades que escondía.